martes, 13 de septiembre de 2011

GRIPE H1N1



El 11 de junio de 2009 la Organización Mundial de la Salud (OMS) la clasificó como de nivel de alerta seis; es decir, pandemia actualmente en curso que involucra la aparición de brotes comunitarios (ocasionados localmente sin la presencia de una persona infectada proveniente de la región del brote inicial). Ese nivel de alerta no define la gravedad de la enfermedad producida por el virus, sino su extensión geográfica.
A fecha de 14 de junio de 2009 la gripe A (H1N1) se ha extendido por América, Europa Occidental, Extremo Oriente y Oceanía, con relativamente muy pocos casos en otras áreas del mundo.

Las primeras infecciones humanas por el nuevo virus H1N1 se confirmaron en abril de 2009. El análisis de las muestras de laboratorio mostró que el nuevo virus no había circulado nunca antes en la especie humana. Se trata de un virus de origen animal que combina de forma singular genes de virus de la gripe porcinos, aviares y humanos. La composición genética de este virus es muy diferente de la de los virus H1N1 que vienen causando epidemias estacionales desde 1977.
 De forma generalizada, se observaron altos niveles de infección por el nuevo virus durante el verano en el hemisferio norte en numerosos países, seguidos de niveles aún más altos durante los meses de otoño y invierno. 
El virus H1N1 afectó a un grupo de edad más joven cualquiera que fuese el criterio considerado: mayor frecuencia de infección, necesidad de hospitalización, necesidad de cuidados intensivos, y fallecimientos a causa de la infección.
 

 

 El nuevo virus H1N1 desplazó rápidamente a otros virus gripales circulantes, y parece haber desplazado a los virus H1N1 anteriores. Este fenómeno es característico de las pandemias.
En estudios posteriores llevados a cabo en algunos países se observó que alrededor de una tercera parte de los mayores de 65 años presentaban cierta inmunidad al virus. Las personas más jóvenes, sin embargo, no tenían inmunidad protectora.

El virus es contagioso y se propaga fácilmente entre las personas, y de un país a otro. 


El virus H1N1 infecta preferiblemente a los más jóvenes. En casi todas las zonas donde se registran brotes grandes y persistentes, la mayoría de los casos se han dado en personas de menos de 25 años.
La mayoría de las infecciones graves y mortales se han dado en adultos de entre 30 y 50 años.

Muchos casos graves, pero no todos, se han dado en personas que ya sufrían alguna afección crónica. Según los datos disponibles, limitados y preliminares, entre las afecciones más frecuentes se cuentan las enfermedades respiratorias, en particular el asma, las enfermedades cardiovasculares, la diabetes, los trastornos autoinmunitarios, y la obesidad.
Por otra parte, es importante señalar que entre un tercio y la mitad, aproximadamente, de los casos graves o mortales se han dado en personas jóvenes y de mediana edad que estaban sanas.
Las embarazadas están particularmente expuestas a sufrir complicaciones. Ese riesgo superior cobra aún más importancia en el caso de un virus que, como éste, infecta preferiblemente a los grupos de edad más jóvenes.
Se desconoce el comportamiento del virus en las condiciones  del mundo en desarrollo que suelen imperar en el mundo en desarrollo.

El mundo ya no se encuentra en la fase 6 de la alerta por pandemia de gripe, y nos adentramos ahora en el periodo pospandémico. En gran medida, la trayectoria del nuevo virus H1N1 se ha agotado.
Que estemos entrando en el periodo pospandémico no significa que el virus H1N1 haya desaparecido. El virus H1N1 se comportará como un virus gripal estacional y seguirá circulando durante varios años.
En el periodo pospandémico puede registrarse una elevada transmisión de H1N1 en brotes locales de diversa magnitud. Esa es la situación que se observa ahora mismo en Nueva Zelandia, y que puede darse en otros lugares.

De hecho, las medidas adoptadas por las autoridades sanitarias de la India y Nueva Zelandia, en lo que se refiere a la vigilancia, la pronta detección y tratamiento y las recomendaciones de vacunación, son un modelo de la respuesta que otros países quizás tengan que dar en el periodo pospandémico inmediato.
A escala mundial, ya no se notifican brotes no estacionales en ninguno de los dos hemisferios. Los brotes de gripe, incluidos los causados principalmente por el virus H1N1, son de intensidad similar a los observados durante las epidemias estacionales.
Según estudios publicados recientemente, en algunas zonas, entre el 20% y el 40% de la población está infectado por el virus H1N1 virus y, por consiguiente, presenta cierto grado de inmunidad protectora.
Afortunadamente el virus no mutó durante la pandemia a una forma más letal y la vacuna tuvo una buena correspondencia con los virus circulantes.





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